María Batvinik nació el 13 de noviembre de 1914 y falleció el 8 de febrero de 2016 (101 años).
Su primer papel cinematográfico fue como extra en una escena junto a Pedro Quartucci en una de las primeras películas sonoras argentinas, Dancing (1933), bajo la dirección de Luis José Moglia Barth, quien diseñó su nombre artístico (Amelia Bence). La película fue un fracaso y no tuvo el mismo éxito que la de su predecesora ¡Tango!. Esta producción aún no pudo ser recuperada y Bence demoró bastante tiempo en reconocerla como parte de su filmografía. Poco después, fue admitida por Enrique Susini para integrar el cuerpo de baile de su compañía del Teatro Odeón y fue bajo su dirección que incursionó en las obras Tu boca, Superficies, Los malos tiempos y Baile en el Savoy, que pertenecían al género de la comedia musical y la opereta. En esta última, Bence reemplazó a la protagonista Amanda Varela cuando enfermó y logró compartir escena con Florencio Parravicini. La obra fue uno de sus primeros éxitos y alcanzó más de 100 representaciones; de hecho, cuando fue retirada de Odeón, fue trasladada al cine Monumental para ser reestrenada algunas semanas más.En compañía de Parravicini también actuó en Ocho en línea en el Teatro Corrientes pero las críticas fueron mordaces. El diario El Mundo publicó que «el espectáculo pareció improvisado» aunque elogió a Bence diciendo: «la debutante..., conduciéndose con gracia y eficacia».En Conde de Chantenay, interrumpida por la mala salud de Parravicini, Bence fue calificada por la prensa como «modosa, fina y agradable», mientras que De mí no se ríe nadie, donde fue dirigida por León Zárate, alcanzó las 200 representaciones.
En 1937, intervino con un papel más relevante en el filme dramático La fuga, donde secundó a Tita Merello y Santiago Arrieta en el rol de Sara. El autor Enrique Cadícamo editó rápidamente el tango «Nieblas del Riachuelo» a pedido del director para que pudiera ser interpretado por Merello en el filme. Esa actuación le valió un contrato de Olegario Ferrando para Pampa Film y otras tres participaciones cinematográficas. Luego de una larga temporada teatral con Luis Arata y una participación intrascendente en El forastero, filmó La vuelta al nido junto a José Gola. Bence definió a la película como «una de las mejores de nuestro cine... Una historia sencilla y profunda... muy intimista, colmado de detalles sensibles... no fue comprendida ni por los críticos, ni por el público en su momento».
A finales de la década de 1930, Leopoldo Torres Ríos, informado de su capacidad para la fotogenia, le concedió su primer protagónico cinematográfico en Adiós Buenos Aires, de escaso éxito, donde compuso a una corista de vida bohemia llamada Luisita. En noviembre de 1938, atrajo la atención de la prensa pública cuando protagonizó la obra Mujeres en el Teatro Smart (actualmente Multiteatro), ubicado sobre la avenida Corrientes. En una de las escenas Bence debía aparecer bañándose dentro de una tina llena de espuma; sobre la misma comentó: «Tenía una malla de nylon, por pudor y, como era lógico, no pasé inadvertida. Tuve una repercusión muy grande a raíz de aquella escena... tanto es así que, en el Teatro Maipo... hicieron una parodia». La obra fue calificada como «original, simpática y moderna», alcanzó 250 representaciones y fue reestrenada en el Teatro Fénix de Flores.
En pleno éxito de la temporada teatral, Bence fue contratada por Miguel Machinandiarena, de los Estudios San Miguel, bajo un contrato de exclusividad de tres años. En la provincia de Tucumán filmó El matrero, donde encarnó a Pontezuela, la muchacha que se enamora del personaje de Agustín Irusta, acusado de crimen y rechazado por su padre. El licenciado Emilio Núñez señaló que «Bence, que recién iniciaba su carrera artística, era quien más admiración y sorpresa provocaba a quienes asistían a la filmación». La película duró solo una semana en cartel y fue opacada por el estreno de Así es la vida.
Tras un período de baja recaudación en teatro, Bence fue convocada para protagonizar Novios para las muchachas (1941), una comedia para jóvenes adaptada de la pieza Las de Caín y dirigida por Antonio Momplet, con quien entabló una relación de amistad. Silvana Roth, actriz integrante del elenco, definió a Bence en un reportaje como una colega «competitiva» al saberse ya primera figura, mientras que Nélida Bilbao admitió que se «comportaba con una corrección admirable». Al momento de la entrega de los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina ese mismo año, Bence fue galardonada con el premio a la mejor actriz de reparto por su labor en La casa de los cuervos, basada en una novela de Hugo Wast. Según la actriz, en ese momento su mayor preocupación era «continuar con personajes que me permitieran mostrar mi crecimiento, asegurarme un nombre con el que seguir y evitar convertirme en solo una cara bonita de moda, como sí le ocurría a otras actrices».En El tercer beso, debió interpretar el papel de madre de Silvia Legrand (1927-), a quien solo le llevaba poco más de doce años. Bence recordó luego un episodio en el que Amadori, preocupado por esa situación, se aferró la cabeza y dijo: «Si el público no lo cree, estamos perdidos».Sin embargo, la película se convirtió en un éxito y Bence recibió el premio a la mejor actriz del año de la Asociación de Cronistas Cinematográficos, al mismo tiempo que comenzaba a aparecer en las portadas de las revistas con mayor frecuencia. Dirigida de nuevo por Momplet, intervino en En el viejo Buenos Aires, una película basada en la epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires de 1871 y protagonizada por Libertad Lamarque.
En 1942, fue convocada para encabezar uno de los filmes más importantes de la historia del cine argentino: La guerra gaucha, encabezada por Enrique Muiño, Sebastián Chiola, Francisco Petrone y Ángel Magaña. «La película entró en la historia, y yo tengo el honor de estar en ella, fue un punto fundamental en mi carrera», manifestó Bence. Ambientada en la provincia de Salta en 1817, la actriz no rodó en exteriores por recomendación del director Lucas Demare debido a las bajas temperaturas de junio y julio, y obtuvo el premio a la mejor actriz del año de la Municipalidad de Buenos Aires. Su actuación en esta película le valió una propuesta de la Paramount Pictures para viajar a Estados Unidos y recibir una preparación de dos años para luego lanzarla como una estrella, pero Bence rechazó la oferta.
A partir de entonces, Bence solo recibía ofertas para protagónicos. Aceptó trabajar con Pedro López Lagar en Son cartas de amor, una historia romántica ambientada en la época de la Guerra Civil Española. Por su labor, recibió el premio a la Mejor Actriz de la Federación de Redactores Cinematográficos y Teatrales de Cuba, medalla que donó en 1982 en el programa Las 24 horas de las Malvinas con el fin de contribuir a los soldados de la Guerra de las Malvinas. En 1943, ya con relevante prestigio, fue una de las protagonistas femeninas de Los ojos más lindos del mundo, título que se relacionaba con sus ojos de tonalidad verde violácea, a tal punto que cuando realizó una gira por Chile en 1955 y 1964, la prensa tituló: «Llegaron los ojos más lindos del mundo». De su participación en La guerra gaucha, devino su protagónico en Todo un hombre, dirigida por el francés Pierre Chenal. Según Bence, «con Chenal, la calidad argumental de la película ganó en calidad formal, la imagen sugirió y narró por sí sola una historia llena de matices. En un año de excelentes películas, fue una de las mejores». En la escena final en la que Petrone debía llevarla en brazos río adentro, Bence fue reemplazada por una doble debido a la imposibilidad de postergar un viaje a Brasil. La actriz obtuvo el premio a la Mejor Actriz de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.
La portada con su imagen en la revista Antena en diciembre de 1943 anunció el próximo estreno de Nuestra Natacha. Al momento del rodaje, la actriz estaba deprimida debido a su reciente separación de su primera pareja, Roberto Fernández Beyró, por lo que debió canalizar su angustia en la interpretación de su papel actoral. El filme se estrenó en septiembre de 1944, poco después de la presentación de su otra película 24 horas de la vida de una mujer, en la que interpretó el papel de Cecilia. La Nación calificó su actuación en esta última producción argumentando que «... presenta los más diversos matices de la ternura», mientras que Antena comentó que fue «humana y expresiva». Para las escenas en las que debía figurar como anciana, se debieron emplear planos de cámara y efectos de iluminación especiales para disminuir el brillo en los ojos de Bence. Durante los primeros meses de 1944, formó parte de una comitiva de Artistas Argentinos Asociados junto a Homero Manzi, Ulises Petit de Murat y Francisco Petrone para la presentación de La guerra gaucha en Río de Janeiro, al mismo tiempo que fue la imagen publicitaria de la marca de jabones «Le Sancy».
Interpretó a una secretaria humilde y amigable en Camino del infierno junto a Mecha Ortiz —la protagonista principal—, que ejecutaba el personaje de una millonaria enferma y despótica. El personaje de Ortiz fue desmerecido por el público a diferencia del de Bence, hecho que Ortiz le remarcó al director Luis Saslavsky en una charla privada. A pesar de la trama, la ardua dirección y la realización en general, la película recibió malas críticas. Ante la incapacidad de producir una película con cada una de sus artistas elegidas, Machinandiarena contrató a Mecha Ortiz, María Duval y Bence para producir una que incluyera a las tres; finalmente, se concretó Las tres ratas (1946), que tuvo una amplia repercusión.
Durante el rodaje de María Rosa en Chile, conoció al actor español Alberto Closas y ambos iniciaron un romance. En 1946, se estrenó Lauracha, película que había sido filmada en el verano de 1944 y fue pausada durante dos años por problemas legales del director Ernesto Arancibia, quien decidió poner fin a su contrato con Pampa Film. El historiador Domingo Di Núbila apuntó a que el motivo de la interrupción del rodaje fue la competitividad entre empresas que llevó a Bence a abandonar el filme producto del reclamo de los Estudios San Miguel, hecho que afectó aún más las finanzas de Pampa Film. La revista Criterio definió la labor de Bence en esa película como «excepcional» y la Asociación de Cronistas Cinematográficos le otorgó el premio a la Mejor Actriz de 1946. Su siguiente filme, El pecado de Julia, recibió críticas mixtas; sin embargo, Noticias Gráficas publicó que fue su mejor trabajo. El escritor Luis Cortés Bargalló, en uno de sus libros, publicó: «Amelia Bence ruega a Alberto Closas en El pecado de Julia: "Dime que me quieres, es lo único que te pido". Mediante esa retórica llegamos al amor como discurso, según la idea de Julia Kristeva. Así, todo lo que es amor se dice a través de palabras».
En el policial A sangre fría fue dirigida por Daniel Tinayre. Rico Tipo, si bien la atacó inicialmente, aceptó que la película estaba correctamente realizada y era «técnicamente perfecta».Fue galardonada con el premio a la Mejor Actriz de la Academia y la Asociación de Cronistas, como así también del Primer Certamen Hispanoamericano de Cinematografía de Madrid. Durante una de las escenas, López Lagar (con quien la actriz tuvo un serio enfrentamiento) debía empujar a Bence contra la pared de un vagón de ferrocarril pero, ante la negativa de la actriz, Tinayre lo suplantó pero el impacto fue tal que la actriz debió guardar reposo durante un día. El hecho fue citado en Radiolandia: «Daniel logró una toma fantástica, a costa eso sí del cuerpo y el traje de Amelia Bence».A sangre fría fue estrenada en cuarenta cines y Bence continuó su carrera con una breve temporada radial junto a Roberto Airaldi en Radio Splendid.
Su participación en La otra y yo (1949), donde debió cambiar la tonalidad de su cabello a rubio para encarar dos personajes (la diva de cine Dora Nelson y la modista Matilde García), causó gracia y sorpresa en el público ya que en una escena ambos personajes dialogan entre sí en un mismo plano, lo que era poco habitual en la época. La Opinión la elogió como comediante y El Hogar publicó que «fue más allá del libreto y el director». La otra y yo significó el primer trabajo de los Estudios San Miguel en 1949. En Danza del fuego, junto a Enrique Álvarez Diosdado, Bence interpretó a Elena Valdez, una concertista exitosa que muere en su noche de bodas al caer por la ventana de su casa, atormentada y creída culpable de un crimen. Su actuación le valió el premio a la Mejor Actriz de 1949 de la Asociación de Cronistas y la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina.
Luego de su casamiento con Alberto Closas en 1950, ambos formaron una compañía actoral y se dedicaron con mayor frecuencia al teatro. El estreno de La estrella cayó en el mar, signado por presiones políticas, fue un éxito y permanecieron sin localidades durante largas funciones. Luego de la primera presentación, un periodista de El Hogar realizó una elogiosa crítica sobre la obra y el matrimonio Bence-Closas, hecho que indignó a la primera dama Eva Perón, quien se comunicó con el redactor para que negara públicamente lo que había afirmado. Según comentó en su biografía, Bence sintió a partir de ese momento que pertenecía a la «lista negra» del peronismo a pesar de que no se adhería a ningún partido político. En julio, la obra alcanzó las 150 funciones en el Teatro Odeón y el elenco emprendió una gira que se inició en el Coliseo Podestá de La Plata, donde permanecieron diez días a sala llena. Mientras proseguían con la gira, Bence y Closas prepararon la obra Mi marido y su complejo, estrenada inicialmente en Rosario y luego, en Buenos Aires, Río Cuarto, Mendoza, San Juan y Córdoba. La gira se vio interrumpida por la producción de Mi mujer está loca (1952), una adaptación de Carlos Schlieper y Ariel Cortazzo.
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